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¿Por qué leer a Roque Dalton hoy?






Leído durante una actividad del Centro Cultural Roque Dalton. Ciudad de Quilmes, Buenos Aires. 

¿Para qué debe servir la poesía revolucionaria? ¿para hacer poetas o para hacer la revolución?
Esto se lo preguntaba Roque Dalton hace algunos años, unos cuantos antes de su muerte. Dicen que los sandinistas, en Nicaragua, se dieron a la tarea de responder a esta cuestión histórica, y en 1979, con muchos poetas entre sus principales dirigentes, decidieron emprender una tarea bastante quijotesca y hacer la revolución, en uno de los países más pobres del mundo. Hazaña que años más tarde, los salvadoreños intentaríamos imitar, aunque no con el resultado anhelado.

No faltará quien, desde una mirada dura y cerrada de la militancia, menosprecie el trabajo que los poetas y en general los artistas hacen en función de dar la batalla en el plano de lo cultural. No se trata de, o ser poeta o ser militante, se trata de ser ambos. Porque en América Latina, no hay transformación social posible sin un toque de poesía.

Yo llegué a la poesía de Roque influenciado por algunos amigos que ya por esos años formaban parte de las organizaciones estudiantiles que a principios del siglo protestaban contra la privatización de la educación, los tratados de libre comercio y la dolarización. Jóvenes de la posguerra, que en sus mochilas cargaban, entre otras cosas, libros de Roque. 

¿Por qué seguir leyendo a Roque Dalton en nuestro continente y en nuestro tiempo? Como diría Elena Poniatowska, nadie más latinoamericano que Roque , porque su poesía evoca a valores universales y también a incomodidades universales.

Roque apela por un internacionalismo anclado a un deseo emancipatorio. Por ejemplo, en su obra, “Historias prohibidas de pulgarcito”, deconstruye toda la narrativa de la historia nacional creada por la oligarquía salvadoreña, desde la conquista hasta la guerra con Honduras. 

En Tabernas y Otros Lugares, poemario con el que ganó el premio "Casa de las Américas", manifiesta con versos muy contundentes, desde el dolor del exilio, “país mío no existís, sos un invento que le creí al enemigo”. Todo esto sin perder la nostalgia y la ternura de estar lejos de su tierra y de su gente, y esa añoranza la plasma en versos como: “País mío vení papaíto país a solas con tu sol todo el frío del mundo me ha tocado a mí y tú sudando amor amor amor”. Porque no hay patria en nuestros países, y lo que se llama patria, es tan solo para unos pocos "Los trabajadores y los pobres solo tienen un medio para tener patria: hacer la revolución.”, sentencia, en "Un Libro Rojo para Lenin". 

De Roque aprendimos que la poesía no tiene por qué ser solemne, aprendimos, como decimos en El Salvador, a cagarnos de la risa de nosotros mismos. Así, en uno de sus poemas, Roque nos cuenta con toda sinceridad “No, no siempre fui tan feo”. Irónico y crítico, expresa las discusiones de la época:
A mí me expulsaron del Partido Comunista
mucho antes de que me excomulgaran
en la Iglesia Católica.
Eso no es nada:
a mí me excomulgaron en la Iglesia Católica
después de que me expulsaron del Partido Comunista.
¡Puah!
A mí me expulsaron del Partido Comunista
porque me excomulgaron en la Iglesia Católica.
  
También Roque nos enseña un compromiso político crítico, arremete contra el sectarismo, que años más tarde le quitaría la vida. Como diría Galeano, un Roque tan escurridizo, que la única bala que podía matarlo tenía que venir de al lado.

Una crítica a la Unión Soviética/ sólo la puede hacer un antisoviético.// Una crítica a China/ sólo la puede hacer un antichino.// Una crítica al Partido Comunista Salvadoreño/ sólo la puede hacer un agente de la CIA.// Una autocrítica equivale a un suicidio"

Roque propuso hacer de la poesía no mera creación estética, sino ruptura, contra la poesía canto, incorporó en su estética la complejidad de la problemática nacional, la complejidad de la problemática de su tiempo. Así, sin medias tintas afirma: "Considero que todo lo que escribo está comprometido con una manera de ver la literatura y la vida a partir de nuestra más importante labor como hombres (mujeres): la lucha por la liberación de nuestros pueblos. Sin embargo, no debemos dejar que este concepto se convierta en algo abstracto. Yo creo que está ligado con una vía concreta de la revolución, y que esa vía es la lucha armada".

Finalmente, no se trata de hacer un izquierdismo de salón universitario, ni mucho menos, uno de bar en sábado por la noche. Roque, piensa en una izquierda que debe venir desde abajo, una izquierda concreta y vinculada a la realidad, por eso escribe contra las vanguardias europeas: “Acá, Ironizar sobre el socialismo parece ser un buen digestivo pero te juro que en mi país primero hay que conseguir la cena”.

Es desde ese deseo de construir desde abajo, junto al pueblo, que buena parte de su obra está inspirada en “los hacelotodos, los vendelotos, los comelotodo”; las “rebeldes panaderas con más poder que un lirio”. Roque, escribe, “en nombre de quienes lavan ropa ajena”; “en nombre de quienes viven en un país ajeno”. En nombre de esas personas, termina, “yo acuso a la propiedad privada de privarnos de todo”.

Me da la impresión que hoy se lee más a Roque. Me parece que hace tiempo dejó de ser salvadoreño y se convirtió un poeta de todo el continente nuestroamericano y de todos los pueblos que luchan. Que casi 40 años después de su muerte siga inspirando a jóvenes militantes como ustedes, que incluso hacen memoria a su nombre, representa un triunfo dentro de esta batalla cultural. Porque Roque sigue siendo un autor incómodo para las élites económicas y las dirigencias políticas incrustadas en el poder. En su ejemplo, está la búsqueda por una estética de lo concreto. Así como Antonio Gramsci acuñó el término “filosofía de la praxis”, Roque, y muchos otros, intentaron una “poesía de la praxis”, en que la separación entre intelectual y militante quede cerrada para siempre. 

                                

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