Desde El Salvador observamos el mundo
y nos sentimos parte de él. Sabemos que no ocupamos el centro de la agenda
internacional, salvo quizás en el periodo de la guerra y en la actualidad por
la violencia, algún fenómeno natural o cuando sucede algo extraordinario o
peculiar. Ernesto Sabato escribió que no se termina de conocer tu país hasta
que vivís en otro, luego de habitar tres años en el Sur, puedo decir que al
menos en mi caso se cumplió. Una de las cosas que más me sorprende es lo
poco o casi nada que se sabe de Centroamérica por estos rumbos.
Considero que los países
centroamericanos y del caribe son los grandes derrotados de la globalización.
Ante el débil y prácticamente inexistente aparato de difusión de nuestra
cultura, nos tocó, sobre todo, recibir. Creo que esa es la principal razón, y
no tanto la distancia, pues algo totalmente distinto ocurre, por ejemplo, con
México, a quienes se les asocia todo lo que tiene que ver con el mundo
mesoamericano. Lo mismo si pensamos en el trópico, donde las imágenes rápidamente
remiten a Colombia o Venezuela. No falta quien al escucharme
"vosear", piense que ya se me pegó el hablado argentino o uruguayo,
pese a que en Centroamérica el voseo es la forma más común de conjugar.
He notado como en muchos trabajos de
estudios latinoamericanos se tiende a mencionar muy poco a nuestros países, o
se les niega singularidad y autonomía a los procesos internos. A veces
pareciera que se nos considera, como lo llamaría Toynbee, "pueblos sin
historia". Con tantas tradiciones, expresiones culturales y riqueza
histórica, nuestro aporte a lo “universal”, hay que decir, es mínimo.
Por supuesto hay excepciones y siempre
habrá gente que por uno u otro motivo tiene un vínculo o conoce el país y la
región. En el ámbito de lo cotidiano, también aparecen ciertas nociones. Una
vez, por ejemplo, mientras hacía mis trámites migratorios, el tipo que me
atendió se remitió a la figura de Farabundo Martí cuando le dije que era
salvadoreño. Otra vez, en una fiesta, “ah, de ahí es Roque Dalton, mi poeta
favorito”, fue la frase de una chica colombiana que estaba en el grupo. En la
Universidad de Buenos Aires, existe un grupo de estudios dedicado
exclusivamente a la cuestión centroamericana.
También hay alguna idea de lo malo,
nunca faltan las referencias a la violencia y a las pandillas. Estando en
Uruguay, por ejemplo, un compa que estuvo casado con una salvadoreña me dijo
"yo no puedo ir a tu país, porque ustedes no respetan la vida". Frase
que, aunque me generó mucha tristeza, no pude refutar.
En su crónica sobre la Guerra del
Fútbol, entre El Salvador y Honduras, Kapuściński concluye que los
países pobres solo son noticia cuando se desangran entre ellos. Luchando un
poco contra eso, he asumido la postura de reivindicarme como centroamericano.
No es que crea que exista Centroamérica como una cosa homogénea y uniforme, de
hecho, no sé si se pueda hablar de "lo centroamericano" en
cuanto identidad cultural que nos diferencie del resto de la región latinoamericana. Pero me
parece que esa invisibilización que sufrimos data de condiciones históricas que
no elegimos y contra las que venimos resistiendo. Es decir, es más una postura
por el derecho de los pueblos de hacer escuchar su voz, de intercambiar de
igual a igual su cultura con otros y compartir saberes.
Les iré contando como camina esta
cruzada. Por ahora, puedo asegurar que mis amigos aman las pupusas, que algunos
ya han incorporado la palabra “cerote” o “maje” en sus vocabularios y que yo
sigo respondiendo con toda tranquilidad cuando me preguntan: ¿dónde queda El
Salvador?
Luv it!
ResponderEliminarEs grato que compartas tus pensamientos e inquietudes ante tan globalizada sociedad, hoy en día las noticias que más se escuchan son sólo de violencia y guerra, yo soy mexicana y aunque no comparto el mismo sentir te puedo decir que el que tachen a tu país por ser violento no es nada agradable. tengo un cariño por El Salvador, he aprendido hacer pupusas (no tan ricas como las de allá) y la persona a la cual amo es salvadoreña, he aprendido mucho de su cultura y me intriga cada vez más, su país tiene una historia difícil más sin embargo su gente es bella y de calidad. gracias por compartir tan lindas palabras. saludos desde Guadalajara, tlaquepaque hasta el pequeño rincón donde te encuentres
ResponderEliminarCierta ocasión, un par de salvadoreños de viaje por algunas ciudades norteamericanas, buscaban un par de gafas "rayvan". El uno pasaba por todas las tiendas buscando unas gafas que le cubrieran o al menos, le disimularan sus pobladas cejas. El otro aprobaba o no, pero era inevitable conseguirle unas que se las ocultaran. Habían visitado sin fin de tiendas en los aeropuertos de Miami, NY, Wa y hasta que venían de regreso, pasando por el aeropuerto de Miami, al visitar la última tienda, el tipo le preguntó a su amigo "¿Se me ven las cejas?" haciendo pose de galán con unas gafas Rayvan frente al espejo. La señorita que les atendía, al escuchar la respuesta del amigo diciéndole "Si, se ven", intervino y les dijo:
ResponderEliminar- Pero cómo, ¿no ve que las cejas es el atractivo del caballero? No debe buscar unas gafas que le cubran las cejas, debe usar unas que se las perfilen, pues ese es el atractivo. ¿De dónde nos visitan ustedes?, preguntó.
- De El Salvador, dijo el amigo.
-¡De El Salvador! ¡Yo amo las pupusas!, exclamó la señorita, Yo soy dominicana, ¡Qué diera por comer pupusas en este momento!, dijo
La señorita facturó los Rayvan en $700.00 y los salvadoreños, especialmente el tipo que compró las gafas, se sintió el ser más extraordinario del planeta